Científicos de Estados Unidos recibirán u$s 20 millones para desarrollar una súper computadora que ayude a expandir los límites de la física

Buscan crear un “cerebro” que devele los enigmas del Universo que no descifraron Einstein ni Stephen Hawking,

La herramienta se trata de un tipo de inteligencia artificial (IA) conocida como red neuronal, que imita el modo en que se comunican las neuronas de un cerebro.

En noviembre, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), donde el físico y profesor Max Tegmark, recibió un cheque de la Fundación Nacional de Ciencias de los Estados Unidos y abrió las metafóricas puertas del nuevo Instituto de Inteligencia Artificial e Interacciones Fundamentales.

El instituto, dirigido por Jesse Thaler, un físico de las partículas, es uno de los siete establecidos por la Fundación y el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos como parte de un esfuerzo para impulsar el trabajo en inteligencia artificial. Cada uno recibe 20 millones de dólares en cinco años.

“Lo que espero es crear un lugar donde los investigadores de una variedad de diferentes campos de la física, así como los investigadores que trabajan en la informática, el aprendizaje por máquina o la IA, puedan reunirse y dialogar y enseñarse cosas unos a otros”, dijo Thaler. “En última instancia, quiero tener máquinas que puedan pensar como un físico”, agregó.

EXPERIMENTOS

En 2019, en lo que fue una especie de prueba de arranque, Tegmark y una estudiante, Silviu-Marian Udrescu, tomaron 100 ecuaciones de física de un famoso libro de texto (The Feynman Lectures on Physics, de Richard Feynman, Robert Leighton y Matthew Sands) y las usaron para generar datos que luego fueron volcados a una red neuronal.

El sistema tamizó los datos en busca de patrones y regularidades, y recuperó las 100 fórmulas. “Como un científico humano, intenta muchas estrategias diferentes a la vez”, escribieron los investigadores en un artículo publicado en Science Advances. “Y si no puede resolver todo el problema de una sola vez, trata de transformarlo y dividirlo en piezas más simples que pueden ser abordadas por separado, relanzando recursivamente el algoritmo completo en cada pieza.”

En otro experimento más desafiante, Tegmark y sus colegas mostraron a la red un video de cohetes volando alrededor y le pidieron que predijera lo que sucedería de un cuadro a otro. Sin importar las palmeras del fondo. “Al final, la computadora fue capaz de descubrir las ecuaciones esenciales del movimiento”, dijo.